La banda chica. Quien no ha escuchado nunca hablar de la banda chica, niños de entre 8, 9 años hasta 13, 14 y 15 años, incluso algún valiente que desde chico se le ven las intenciones, que con tan solo 4 ó 5 años salgan a la calle vestidos con la indumentaria romana abriendo el paso a la cruz de guía con sus plumas moradas movidas por el aire y la alegría de los andares de esos niños que tocan con una ilusión, con un fin, con una sola interpretación: llegar a tocar en la banda grande para ir detrás de nuestro padre para acompañarlo hasta el calvario, haciéndole más liviano el camino con los sones de las trompetas y los tambores, pero mientras tanto ellos se conforman con abrir el paso, llevar a los nazarenos hacia el templo del hijo, pasar por este y que todo el mundo ese día en la calle le aplaudan y con el paso de ordinario avisen dentro que el momento ha llegado, Jesús debe de salir con su pueblo.
Allá por el año 2001, puedo contar mis anécdotas para ser el primer año en que tocaba en la banda. Fue todo el verano ensayando en el recinto ferial, tocando por la calle donde con mis amigos jugábamos al escondite y a la hora que nos íbamos a merendar sacábamos la corneta y a “pega pitio”, en el parque o sentados en un banco diciéndote tus amigos que les dejaras de tocar a ellos un rato y siendo un poco borde le contestaba “apúntate a la banda”. Tantas manos tocando la corneta no podía ser, una vez que te entrabas había que limpiarla, mi madre me decía que le iba a quitar el dorado de tanto darle con aladín, pero cuando llegabas al día siguiente al ensayo tu corneta debía de ser la más brillante. Por aquellos entonces, el profesor era Ricardo, “Richar” y con él aprendí marchas como palilleras, réquiem o centuria romana creo recordar.
Acercándose la Semana Santa, recorríamos las huertas en formación y algún día que otro nos invitaban a una fanta, una coca-cola y un sándwich en el rincón del costalero o en el bar que había en lo que ahora es la Habana, y nos preparábamos para tocar en la mini procesión que se hace en el colegio Manuel Siurot y esperar que llagara el Viernes de Dolores para salir con los grandes al traslado de la Esperanza a la iglesia y al paso ensayarle la carrera. Pero el gran día llegó y era viernes, ya había llegado y había que responder. Qué gran honor el que tuvimos el tocarle a Jesús Nazareno el himno nacional, que cosa se siente en el estómago con tan poca edad, y que ahora sigue pasando aún teniendo 21 años. Vaya ganas de llegar a las erillas para comerse el bocadillo de jamón aunque fuera vigilia, pero había que tener fuerzas para llegar a la calle real y a la altura de la parada de autobuses ponernos a la altura del paso de Jesús y tocarle réquiem para después presenciar la carrera y la entrada de los pasos sin nada que decir porque aunque te fallaba todo, no sé de donde salía la fuerza, seguro que vendría de arriba, llegabas al final. Una serie de abrazos y de “¡¡CHÓCALA!!” para después ducharse e ir con tus amigos a la comelona y recibir el bautizo del que intentabas librarte.
Como esta habrá muchas historias de todos y cada uno de los componentes de la Agrupación, espero que esta sirva de reflejo a los que son de mi edad, de los que son menores e incluso para los mayores o que lleven menos tiempo. Un abrazo y un saludo a todos mis compañeros que este año hay que romper y deslumbrar de nuevo al pueblo de La Roda.
- Juan Antonio Pérez Lorca -
jaja que buena entrada tio!! Que grande es la banda chica!! yo nunca estube ... pero fui y soy un gran fan suyo!! felicidades por la entrada maku!
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